- Entrevista originalmente publicada en Construnews en relación con el monográfico y entrevista coral: ‘Infraestructuras en España: obra pública y país, las claves para no perder el tren de la competitividad’

Madrid, 4 de diciembre de 2025. La presidenta de ANCI, Concha Santos, analiza el estado del capital infraestructural español, la necesidad de una inversión estable y los retos que plantea la digitalización, la sostenibilidad y el retorno social de las grandes obras públicas.
¿Cómo valora el estado actual de las infraestructuras en España (transporte, energía, digitalización, logística)? ¿Cuáles son, a su juicio, los principales retos de país en los próximos 5‑10 años?
España cuenta con un amplio stock de infraestructuras, entre las que cabe destacar la red de alta velocidad ferroviaria, la segunda más extensa del mundo después de la de China.
Si bien cabe destacar el esfuerzo inversor en infraestructuras realizado desde 2019 por las diferentes Administraciones, impulsada en parte por los recursos europeos ligados al MRR, la pérdida de ritmo inversor tras la crisis de 2008, ha supuesto una depreciación de nuestro capital de infraestructuras, tanto a nivel de conservación como de construcción. En este sentido, destaca el déficit en conservación y mantenimiento en carreteras -con un 52% de la red con deterioros graves o muy graves, según la Asociación Española de la Carretera- y la caída de las inversiones en infraestructuras hidráulicas del 42% en el periodo 1995-2024, a pesar de su importancia para prevenir y paliar las consecuencias del cambio climático -en especial los fenómenos extremos, catastróficos y cada vez más frecuentes-, según refleja el informe “El stock de capital en España y sus comunidades autónomas 1995-2024. Cambios en la inversión y en el aprovechamiento de la capacidad productiva” de la Fundación BBVA y el IVIE.
Las necesidades en infraestructuras son sobradamente conocidas; el verdadero reto es financiero: cómo desligar la inversión de los ciclos económicos —y también de los políticos— para garantizar una planificación estable y sostenida financieramente.
¿Qué segmentos infraestructurales ofrecen mayor potencial de crecimiento para el sector de la construcción y la ingeniería? ¿Y cuáles están quedando fuera del foco?
La movilidad sostenible seguirá siendo estratégica en los próximos años por su impacto sobre la estrategia de descarbonización global. Requerirá un impulso de las infraestructuras necesarias para incrementar la capacidad del ferrocarril convencional, de cercanías y del transporte urbano, así como promover el transporte ferroviario de mercancías.
El mismo objetivo comparte completar la red de alta velocidad, tarea que se alinea además con el reciente Plan de Acción Ferroviario de Alta Velocidad de la Unión Europea, con el que se pretende crear una red europea más rápida, interoperable y mejor conectada, sobre la base de la Red Transeuropea de Transporte.
Relacionado igualmente con el objetivo de descarbonización de la movilidad en particular y la economía en general, el desarrollo de las energías renovables, las infraestructuras de almacenamiento y la ampliación de las redes eléctricas, son áreas con un gran potencial de desarrollo.
Es igualmente previsible que las infraestructuras vinculadas al ámbito de la defensa y, en particular, las de carácter dual civil-militar destinadas permitir la operatividad y el despliegue de capacidades, adquieran una relevancia creciente en los próximos años en el marco de las recientes decisiones de la Unión Europea y la OTAN.
Las infraestructuras hidráulicas, de almacenamiento, de depuración y de protección, deberían ser igualmente un vector de crecimiento relevante para el sector. Sin embargo, no se observa una política clara acerca de su desarrollo, en algunos casos por gobernanza y competencias, en otros por primar cuestiones ideológicas frente a cuestiones técnicas, lo que podría dejarlas fuera de plano a pesar de su importancia cada vez mayor en un contexto de cambio climático y de crecientes exigencias medioambientales.
Finalmente es necesario un programa sostenible de conservación de nuestro stock de infraestructuras viarias, ferroviarias e hidráulicas, que evite su deterioro progresivo y garantice la prestación del servicio en condiciones de calidad, capacidad y seguridad.
¿Cómo evalúa la coordinación entre administraciones, sector privado y financiación (incluyendo fondos europeos)? ¿Qué mecanismos están funcionando y cuáles habría que reforzar?
Las infraestructuras constituyen un servicio público a la sociedad que hay que garantizar. El derecho a la movilidad, a la sanidad, a la educación o a la vivienda, incluso a un entorno sano, requiere infraestructuras. Las administraciones deben garantizar esos servicios, y ante unos recursos públicos que no son ilimitados, deben maximizar su capacidad financiera.
En los últimos años, los fondos europeos MRR han supuesto un estímulo a la inversión en infraestructuras. Existen igualmente otros mecanismos de financiación procedentes de Europa, como los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos, programas de financiación sectorial como el mecanismo «Conectar Europa» o la futura estrategia de financiación coordinada entre los estados miembros y el sector privado para movilizar la inversión necesaria para financiar el Plan de Acción Ferroviario de Alta Velocidad de la UE, así como los préstamos directos para proyectos de gran envergadura del Banco Europeo de Inversiones, con los que se financian o se financiarán infraestructuras en España.
No ocurre igual con el capital privado, al que apenas se apela en este sentido. El esquema de financiación mediante Colaboración Público Privada es residual es España, limitándose, salvo alguna iniciativa puntual, a servicios y equipamientos públicos, pero no a las infraestructuras.
No se puede obviar una herramienta financiera tan potente, precisamente en un momento tan favorable como el actual en cuanto a liquidez en los mercados.
Disponer de un esquema sostenible de financiación de las infraestructuras, en el que se puedan activar todas las fuentes disponibles, capital público, privado, ayudas financieras, etc., de manera que a cada proyecto se le asigne el modo de financiación más eficiente, sería una oportunidad sin precedentes para impulsar nuevas infraestructuras, así como para modernizar, mantener y hacer más sostenible las ya existentes.
Más allá de los discursos, ¿cómo se está incorporando la sostenibilidad en el diseño, ejecución y explotación de infraestructuras? ¿Podría compartir un caso inspirador o representativo?
La sostenibilidad está plenamente integrada en el diseño, la construcción, la conservación y la explotación de infraestructuras. La eficiencia energética, el uso responsable de los recursos, la reducción de residuos y emisiones, el ahorro en costes de mantenimiento durante la vida útil y la resiliencia frente al cambio climático forman parte, hoy, de cualquier proyecto.
Pero la sostenibilidad en las infraestructuras va más allá del ámbito ambiental, alcanzando su triple visión con lo social y lo económico.
La dimensión social se integra cada vez más en los proyectos mediante medidas orientadas a mejorar la accesibilidad, garantizar entornos seguros, minimizar las afecciones a las comunidades durante la obra y, sobre todo, promover condiciones laborales dignas y estables en todas las fases del ciclo de vida de la infraestructura.
Asimismo, la sostenibilidad económica se refleja en diseños que consideran los costes totales del ciclo de vida, fomentan la resiliencia, reducen las necesidades de mantenimiento y maximizan la eficiencia en la explotación. Esto permite infraestructuras más resilientes, más predecibles en sus costes y, en definitiva, más eficientes desde el punto de vista presupuestario.
Las infraestructuras ya no son solo estructuras físicas: mantenimiento predictivo, digital twins, infraestructura como servicio… ¿Cuál es su visión sobre esta transformación? ¿Qué proyectos le parecen referentes?
La incorporación de herramientas digitales a lo largo de todo su ciclo de vida -desde la planificación inicial hasta su operación final- constituye uno de los grandes retos del sector, tanto desde la perspectiva de los procesos internos de las empresas como desde la propia naturaleza de las infraestructuras.
Por un lado, la digitalización de los procesos en las empresas constructoras y de ingeniería permite optimizar recursos, mejorar la productividad y reforzar la competitividad. Tecnologías como el BIM, los sistemas de gestión integrados o la automatización de tareas no solo agilizan la toma de decisiones, sino que reducen errores y acortan plazos. En un entorno de creciente presión de costes y exigencia técnica, estas herramientas se han convertido en un elemento estratégico para el posicionamiento competitivo de las empresas en el mercado.
Por otro lado, las infraestructuras concebidas como activos digitales abren una nueva forma de gestionarlas. Los digital twins, la sensorización y monitorización continua o el análisis de datos permiten optimizar la conservación y la explotación y alargar la vida útil de las infraestructuras, que dejan de ser un objeto estático y se convierten en un sistema dinámico, monitorizado y capaz de adaptarse a las condiciones de uso, climáticas o de deterioro.
En un entorno de alta inversión pública y necesidad de eficiencia, ¿cómo se está calculando y midiendo el ROI en infraestructuras? ¿Podría compartir ejemplos reales o estimaciones? ¿Qué factores lo están condicionando más?
Para una administración que debe gestionar un presupuesto, calcular cuál es el retorno de la inversión realizada en infraestructuras, es crucial para evaluar la viabilidad del proyecto antes de comprometer los recursos, justificar la inversión, poder realizar una planificación estratégica con una priorización de los proyectos e, incluso, facilitar la rendición de cuentas ante otros organismos europeos en aquellos casos en los que exista algún tipo de cofinanciación.
La métrica del ROI sirve para determinar el impacto global que genera una infraestructura, y por ello su análisis trasciende el coste de la inversión inicial, incorporando los costes operativos de mantenimiento y explotación para balancearlos con los beneficios económicos, sociales, medioambientales e incluso, estratégicos, de cada proyecto.
A pesar de la importancia indiscutible y creciente, de incluir el análisis del ROI en las estrategias de inversión en infraestructuras, existen varios desafíos a la hora de evaluarlo. Si bien el cálculo se realiza utilizando diferentes metodologías clásicas como pueden ser el análisis de costo-beneficio, el valor presente neto o la Tasa Interna de Retorno, sigue siendo complicado disponer de datos fiables y cuantificables sobre aquellos beneficios distintos de los económicos o establecer la manera de considerar el factor tiempo, entre una inversión directa y unos los beneficios que suelen ser visibles a más largo plazo.
A raíz de las últimas iniciativas de Bruselas (como el plan para conectar capitales europeas por alta velocidad), ¿qué papel debería jugar España en el nuevo mapa europeo? ¿Estamos preparados o en riesgo de quedar fuera?
España tiene un papel estratégico para la UE, ya que nuestro país es una región periférica, pero que a la vez sirve de puerta de entrada a Europa.
Reducir los inconvenientes de tal situación periférica y desarrollar el potencial de España como plataforma intercontinental para Europa pasa por garantizar una conectividad rápida y multimodal, tanto de pasajeros como de mercancías, con el centro de gravedad europeo, con los principales centros de actividad europeos.
Y se está trabajando en esa línea, mediante importantes inversiones destinadas a completar los corredores Atlántico y el Mediterráneo de la Red Transeuropea de Transporte. Menos avanzadas van las conexiones con Portugal y Francia, que requieren de acuerdos políticos con estos países, sobre la mesa de negociación, pero con intereses diversos que ralentizan las decisiones.
Pensando en todos los modos —carretera, ferrocarril, puertos, aeropuertos, redes logísticas y digitales—, ¿qué ejes o áreas infraestructurales deberían ser prioritarios para mejorar la competitividad y cohesión territorial en España?
España debe priorizar una agenda infraestructural coherente con la futura Ley de Movilidad Sostenible, que apuesta por un sistema multimodal, eficiente y con criterios de servicio público. Esto implica actuar en varios frentes. En cuanto al ferrocarril, se ha priorizado completar los corredores de la Red Transeuropea de Transporte, y hay que seguir impulsando la modernización y ampliación de las redes de cercanías y de transporte de mercancías. En el ámbito aeroportuario, el Plan DORA III marca inversiones para el periodo 2027-2031 por un importe de 13.000 millones de euros, orientadas a mejorar capacidad, eficiencia energética y conectividad internacional. Finalmente, cabe destacar el reciente anuncio del Ministerio de Transportes de movilizar más de 7.000 millones de euros en los puertos del Estado hasta 2029.
Esta estrategia refuerza el papel del ferrocarril, los puertos y los aeropuertos como nodos esenciales para mejorar la movilidad de pasajeros y mercancías, así como la competitividad de nuestro país.
El aumento de costes de materiales, la tramitación lenta o la falta de personal cualificado afectan a las infraestructuras. ¿Qué medidas urgentes propondría para desbloquear estos frenos?
Desde la pandemia hemos vuelto a convivir con la inflación, de manera que el incremento de los precios de los materiales, la energía y la mano de obra está ejerciendo una presión al alza sobre los costes de construcción, que hoy son un 27% superiores a los de finales de 2020, en cifras del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible. Solo en 2024 la mano de obra se ha encarecido un 4,74% y esta tendencia, previsiblemente, continuará como consecuencia de la escasez de personal. Y esta situación está tensionando la rentabilidad de las empresas.
En este contexto, resulta imprescindible garantizar que las licitaciones se basen en proyectos con precios actualizados, incorporar un mecanismo automático de revisión de precios que incluya la mano de obra y emplear procedimientos de contratación basados en la mejor relación calidad-precio y que desincentiven las bajas anormales.
Si pudiera proponer tres decisiones inmediatas que mejoren las infraestructuras españolas a corto y medio plazo, ¿cuáles serían y por qué?
Primero, un gran Pacto de Estado por las infraestructuras que suponga un consenso sobre la estrategia de inversión en infraestructuras, permitiendo una planificación a más largo plazo que los ciclos políticos.
En segundo lugar, garantizar la sostenibilidad en la inversión, mediante un esquema de financiación que comprenda todos los recursos disponibles, dando entrada al capital privado como complemento a los presupuestos públicos.
Finalmente, seguir fomentando la concurrencia de empresas en los procesos de contratación pública, mediante procedimientos de contratación abiertos de concurrencia competitiva. La eficiencia de la contratación pública y el mejor aprovechamiento los fondos públicos, así como el impulso de la calidad y la innovación en el sector privado, requieren de la existencia de competencia empresarial. Prueba de ello es el desarrollo de la alta velocidad española, un modelo de éxito reconocido a nivel internacional por su equilibrio entre precio, plazo y calidad, y que ha servido además para crear una industria de las infraestructuras puntera.
Todo ello redundaría en beneficio de otro de los grandes desafíos que afronta el sector: el de la mano de obra. Solo un sector con una actividad estable y rentable, puede planificar su actividad a largo plazo, invertir en digitalización y sostenibilidad y ofrecer formación, planes de carrera y salarios atractivos.

